martes, 12 de diciembre de 2006

Lenguas cooficiales y televisión

No sé cómo empezar esto, pese a que tengo el tema muy claro, desde hace muchos años, pero es un asunto de encendidas y enfrentadas sensibilidades.

Pero podemos empezar por una anécdota ocurrida hace cuatro años, en Mallorca. En una tertulia en la que estábamos cuatro andaluces, una extremeña, una chica madrileña y yo, gallego (que nadie de esos lugares se dé por aludido o incluido en esta anécdota). La conversación devino en un punto en el que yo planteé la pregunta de si verían bien que un cantante fuese a Eurovisión cantando en gallego o vasco. Todos contestaron que no, que tenía que hacerlo en castellano. Pregunté entonces por qué Rosa podía salir diciendo “Europe living a celebration”, pero ni así se apeaban de su contradicción y mantenían ambas posturas al tiempo. Dije entonces que hoy, a Serrat, volvería a pasarle lo mismo si mañana se le ocurriese la feliz idea de presentarse a Eurovisión cantando en catalán.

Veintiocho año de democracia y reconocimiento de las autonomías y de las lenguas cooficiales en cada territorio, para seguir igual que cuando Serrat no pudo cantar el “La, la, la” en catalán.

Y esto me desmontó la teoría de la conspiración, que devino en algo así como la ley de la pescadilla que se muerde la cola.

Lo cierto es que yo venía observando hace tiempo que es inútil buscar en las televisiones nacionales a alguien cantando en cualquiera de las otras lenguas de España diferentes del castellano. No digo esto gratuitamente. Durante un tiempo me dediqué a la promoción musical de grupos de Galicia y uno sabe contra qué muros se bate. Se puede cantar en inglés e incluso en portugués, mira tú. Pero en gallego, catalán o vasco…

Por hablar de Galicia, que es el tema que uno más conoce, nadie verá más allá de Piedrafita en ninguna televisión patria a grupos como Berrogüetto (pese a que actúen por toda Europa) o a Susana Seivane o Cristina Pato, a Xosé Manuel Budiño, Leilía o Uxía. Seguro que el 99 por ciento de los lectores de fuera de Galicia que lean estas líneas no saben ni de quien les hablo. Pues todos ellos son grupos con proyección internacional, pero con nula proyección nacional, salvo en Galicia, claro está.

Digo lo mismo de Catalunya, por ejemplo. Viví durante seis años allí y ahora, desde la otra punta peninsular desconozco cualquier cosa de la cultura catalana en catalán. No sé qué grupos nuevos hay, ni qué cantan, ni por dónde va la onda. La televisión considera que todo eso no entra dentro de sus competencias y punto. No se trata de conspiración, es un hecho. Y qué decir de la música vasca. Y no hablo de las televisiones privadas, sino incluso aquella pública, que pagamos todos, hablemos la lengua que hablemos.

Muchos me dirán que pongo ejemplos equivocados, que hay otros que sí salieron como Carlos Núñez (pero con una cantante portuguesa cantando y editando el single en castellano) Luar na Lubre (cantando “Tu gitana” en castellano). Y no, no digo que en la tele no salgan grupos de Galicia. No hay ningún problema con Amistades Peligrosas o Cómplices, ni incluso con Siniestro Total. Pero siempre, eso sí, en castellano.

No sé si es sólo cosa de las televisiones o que, en general, en España se pasa bastante de lo que se haga por esas autonomías en sus lenguas autóctonas. Algo de las dos cosas hay. Somos así. Tragamos discos y discos en inglés, sin entender ni jota, pero nos duelen los oídos si la lengua es catalana o gallega.

Las culturas periféricas, en esta España plural, son culturas de gueto, o condenadas al gueto. Al igual que sus lenguas. Y, francamente, a mí, me duele. Me duele no sólo como gallego, me duele porque me tira Catalunya y desde las televisiones nacionales la arrinconan hasta hacerla invisible para el resto.

No sé si este mismo dolor, en otros, radicalizará aún más sus posturas nacionalistas, pero no sería extraño que se sintiese ese ostracismo, ese apartamiento social, como una agresión, o peor, como una negación del resto de España a ese hecho diferencial, que por el hecho de ser diferente, se margina.

Podríamos trasladar este ejemplo a otros ámbitos como la literatura y las traducciones de autores vascos, catalanes o gallegos al castellano. Pasa algo parecido.

Las razones de por qué, se me escapan, pero los hechos son tozudos y los programadores de televisión, también.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Concordo totalmente co que dis, rapaz.
Um saúdo desde a Califórnia.