sábado, 17 de marzo de 2007

El derecho a ser feliz

Se habla, por ahí, del derecho a la felicidad, a ser feliz. Como si ser feliz dependiese de unas circunstancias favorables o de algunos elementos que alguien, (¿el estado?), debe proporcionar.

No consigo comprenderlo del todo. Porque ser feliz es un estado mental. Un nirvana, donde la ausencia de deseos, nos haga sentir colmados y en equilibro con lo que somos y lo que tenemos.

Pero el sentimiento de felicidad depende de factores tan subjetivos como los pueda percibir el propio individuo. Hay ricos infelices, con depresiones, y pobres sonrientes. Quien tiene todo y se queja y quien se conforma con lo que tiene.

Ser feliz depende sólo de uno mismo. Aunque dicho así parezca categórico y tal vez hubiera que matizar que nuestro concepto de felicidad viene determinado por lo que las leyes del marketing nos impongan.

Es por eso que hay quien cree que para ser feliz hay que tener una casa enorme, como las de los famosos, un gran automóvil, una mujer despampanante y una cuenta corriente repleta. Y no es eso. Ni tampoco por comer tal o cual marca de yogures, ni por vestir la marca más selecta del mercado se es más feliz.

El marketing se especializa en crearnos insatisfacciones, en generar nuevos deseos por productos que prometen una felicidad que nunca llega.

Y es que la felicidad está en las cosas pequeñas, a veces insignificantes, como que alguien nos dé un beso de bienvenida al llegar a casa, encontrarse a gusto con la gente que nos rodea… pequeños momentos felices que procuramos.

Pero es difícil alcanzar una felicidad absoluta. No existe lo bueno sin lo malo, ni existiría el dolor sin el placer, ni la felicidad sin la infelicidad. Sabemos que somos felices por el contraste de cuando estamos fastidiados. Y la vida se ocupa de jodernos un poco a cada rato.

Creo sinceramente que la felicidad total sólo nos llega, en plenitud, en aquellos momentos en que uno se enamora y es correspondido y aún así, casi nunca nos viene todo rodado y de cara.

Por eso que no hagan planes de felicidad futura. Vivan el presente y disfruten de los momentos y de las pequeñas cosas que nos hacen felices, antes de que las canas y el espejo nos hagan ver el tiempo perdido y sin memoria de felicidad.




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