Sobre todo, a este último, que hizo lo que hizo sin respaldo del Parlamento, ni más criterio y voluntad que las suyas propias (sin siquiera el apoyo mayoritario de su partido) y con España en masa en la calle pidiendo que no entrara en guerra. Hemerotecas dixit.
Ni por supuesto, tampoco tuvo el aval de la ONU, ni de ningún organismo mundial. La cosa fue por sus cojones y supongo que bajo su entera responsabilidad, por lo que, ¿por qué no pedirle cuentas? ¿Es acaso intocable?
Porque, por muy legitimados por sus democracias que estén estos tipos, ¿quién les has dado licencia para matar? ¿Y para mentir? Y si los supuestos demócratas se comportan como dictadores ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Primero fue la trola de las armas de destrucción masiva. Trola, a sabiendas, no en razón de la información que manejaban entonces.
Luego fue decir que el mundo era mucho más seguro desde la caída de Saddam Hussein y cada día nos desayunamos, comemos y cenamos con los muertos sangrientos y destrozados de un Irak que dudo que alguna vez en su historia viviese una situación peor que la que está pasando bajo el yugo americano e inglés.
Pero el mundo no es tampoco más seguro. La inseguridad es lo que nos lleva a la histeria en los aeropuertos, a aplicar cada vez más medidas restrictivas y de control que afectan a todos, a recortar las libertades y a someternos a un estado policial que no se entendería hace sólo seis años.
¿No puede tampoco un ciudadano individual pedir cuentas por ese recorte de sus libertades y de su seguridad, que es exactamente la consecuencia de aquellos polvos: estos lodos que nos embarran a todos? Esas muertes que no cesan, esa vergüenza de Abu Graib, ese ratificar que torturaban a sabiendas, y cárceles y vuelos secretos, con media Europa haciendo la vista gorda. Lugares como Guantánamo donde no existen ni los derechos humanos, que es la antítesis de cualquier democracia.
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