martes, 19 de diciembre de 2006

Cuba post Fidel

Los que tenemos la suerte de conocer Cuba y sus gentes, hemos desarrollado un cariño, un apego y una preocupación por las cosas de aquella isla que nos lleva a interesarnos por todo lo que pasa, no sólo por las noticias, sino más allá de lo que esporádicamente nos acercan los telediarios y la prensa. Y sé de algunos que llevamos tiempo cavilando sobre qué será de los cubanos una vez que Fidel diga adiós para siempre.

Hay una preocupación que me desasosiega y es qué va a pasar con los derechos de los que han soportado durante cuarenta años o durante toda su vida el régimen castrista, frente a los derechos de los que han abandonado la isla. Los de dentro sin un dólar, viviendo el día a día y los de Miami, con sus cuentas bancarias repletas, esperando volver y comprar todo lo que se ponga a la venta.

Es obvio que el capital vendrá de fuera, porque dentro no lo hay. Y los que vengan con el dinero serán los nuevos dueños de la isla. Porque está claro que cambiará de dueños.

Y regresará la propiedad privada y el capitalismo. Y confiemos que la democracia.

¿Y el día que empiecen las reclamaciones por los bienes nacionalizados y se demande la reversión de las antiguas propiedades y viviendas ocupadas ahora, desde hace 40 años, por otras familias? Casas en las que han nacido hijos y ha habido cuarenta años de vida. ¿Cómo indemnizar a algunos sin menoscabar los derechos de otros? No van a llegar los abogados para tanto pleito.

Y no irán sólo particulares. Aterrizarán también empresas, muchas americanas, que sí, invertirán en la isla y ello debería mejorar las condiciones de vida, pero se harán con gran parte de la propiedad, cosa inevitable.

Veremos entonces niños y ancianos durmiendo por las calles de la Habana, desposeídos, homeless, gentes que no sólo aguantaron a Fidel, que soñaron toda su vida en silencio con que cambiasen los tiempos, para ver que los nuevos le han dejado a la intemperie. Veremos la delincuencia instalarse, veremos nuevos barrios de favelas…

En fin, un sencillo reflejo de Miami o New York, que es lo que quieren muchos, tal vez sin mirar más allá de su propio egoísmo.

Vaya papeleta para los que vengan tras Fidel.


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