Ahora resulta que los Makinavaja no llevan chupa cuero, ni bardeo, qué va. Ahora van de corbata y te roban con la Blackberry o el Iphone.
Sentimos, casi todos, simpatía por quien asalta bancos, como aquel Dioni, que hasta sale en la Wikipedia y al que propio Sabina hizo una copla “Con un par”. Y lo justificábamos diciendo: “quien roba a un ladrón...”
Y mira tú que ahora, por el lado menos pensado, por el de Hacienda, (que dicen somos todos, y añado yo, somos todos los tontos) nos confirman la creencia popular: porque los listos de la corbata y la Blackberry, mira tú, son los que más roban, nada menos que el 71% del total que deja de ingresar Hacienda -¿éramos todos, realmente?-.
¿Y quiénes son estos tipos? Pues el caso es que eso quisiera saber yo, con nombres y apellidos, viéndolos desfilar desde sus salones impolutos, hasta el banquillo de los acusados, tal como Lola Flores, La Pantoja, o más recientemente Ana Torroja. Pero claro, estas tres, están muchos más peldaños hacia abajo; en términos impositivos, aclaro, -que entiendo las dudas razonables-.
Todo lo más que llegamos a saber es que el importe que nos roban (¿porque somos, no?) es tres veces superior al que defraudan todos los demás juntos, a saber, la insignificante cifra de 59.515 millones de euros. Vamos, que para hacernos una idea más clara de lo que significa ese piquillo de calderilla, vendría a ser como si uno le tocase la primitiva siete mil veces seguidas con un bote de 8,5 millones de euros cada vez.
O dicho de otro modo, que los próximos veinte años de tu vida te ingresasen cada día en la cuenta 8,5 millones, por supuesto, libres de impuestos. Si es que debería salir en el libro Guiness de los Records como el Mayor Robo de la Historia, y aquí nadie se menea, ni levanta la voz. Vamos que el fabuloso asalto al tren de Glasgow, en el que se llevaron algo más de 2,5 millones de libras de las de 1963, es un juego de niños al lado de este, que son como 12.000 robos de esos de Glasgow.
O dicho de otro modo, que los próximos veinte años de tu vida te ingresasen cada día en la cuenta 8,5 millones, por supuesto, libres de impuestos. Si es que debería salir en el libro Guiness de los Records como el Mayor Robo de la Historia, y aquí nadie se menea, ni levanta la voz. Vamos que el fabuloso asalto al tren de Glasgow, en el que se llevaron algo más de 2,5 millones de libras de las de 1963, es un juego de niños al lado de este, que son como 12.000 robos de esos de Glasgow.
¿Y quiénes son estos tipos? Vuelvo a preguntar. Ah, nadie sabe, pero resulta que sí saben que son los dueños de las Grandes Fortunas y de las principales cúpulas de la Gran Empresa. Es decir, los tipos que mandan. Los que comen al lado de los ministros y que luego los invitan a sus yates: los coleguitas de rachí, vamos.
Por eso ahora, mira tú, se justifica Hacienda, “que llevamos toda la vida persiguiendo al autónomo que hace virguerías para llegar a fin de mes, crujiendo al pequeño empresario atosigado de impuestos y hasta a los asalariados con nómina, mira, los crucificamos con paralelas persiguiendo cada céntimo, para caer ahora de la burra y darnos cuenta de que las tres cuartas partes nos las robaban los de la Blackberry”.
Y esto es lo que hay: que a estos tipos, todo lo más, les echarán un rapapolvos en la prensa durante la campaña, que a su vez, éstos, se echarán a la espalda tan campantes, aceptándolo como parte del juego y del acuerdo político-empresarial, que se rubrica con un “y nos vemos el domingo en el campo de golf, que te voy a dar una paliza”.
Porque ninguno va a ir a la trena: ¡dónde va a parar!. Eso, ni juntándonos todos como acusación popular. Ahí están los casos de César Alierta, absuelto por prescribir la causa, igual que Los Albertos, Emilio Botín, y tantos otros. Con la excepción del pringado de Mario Conde, que ya llovió, y José María Ruíz Mateos, aún más para atrás y que ahora no hace falta que le hagan ya nada, más que dejar que se hunda. Y mientras los trabajadores empuñan las pancartas en defensa de su empleo, los políticos silban por lo bajini aquella de Héroes del Silencio: “si yo no tengo la culpa de verte caeeeeer…”
Y justo aquí fue cuando me di cuenta que también los jueces juegan al golf, que es un deporte relajado, que requiere calma y precisión, que pase el tiempo y los expedientes amarilleen, cojan polvo o les caiga encima el cubo de la fregona.
Y encima, lo peor de todo, es oír día sí y día también, a los representantes de las patronales que lo importante es realizar una reforma laboral, que permita una contratación más flexible, pedazo de eufemismo que encubrirá una pérdida de derechos adquiridos. Porque ¿qué es en realidad? Y responden: “El contrato único que reclaman los empresarios establece una indemnización por despido, sea cual sea la causa, de 20 días por año trabajado, frente a los 33 o 45 de la legislación actual.” ¡Acabáramos!
También nos proponen cosas como el copago en la Sanidad, (y el que no copague, que se muera). Hablan también del copago judicial (y el que no copague, a la cárcel y el de la pasta, absuelto). Si es que los de la Blackberry siempre se libran, al final, en todos los cuentos.
Y finalmente, todos los demás, habremos pagado ya o estamos cerca de pagar, religiosamente a Hacienda, por un lado, y claro, también a los de la Gran Empresa y Grandes Fortunas, lo suyo y, a los bancos, el resto.
Lo malo del asunto es que los ricos cada día quieren más y no se cortan un pelo en decir que lo van a sacar apretando a los pobres, empezando por los funcionaros, que les bajamos el sueldo en automático, si lo pide el FMI, mientras que su ex jefe Rodrigo Rato, junto con Olivas y Verdú, se lo suben ellos mismos, y pasan a cobrar más de 10 millones al año, un pelín menos que Cristiano Ronaldo, vamos, pero al mismo nivel que Leonel Messi.
Los alcaldes, por su parte, tras las elecciones, lo tienen muy claro, lo mejor para sus ciudades es hacer como Rato, subirse el sueldo, y son muchos, legión los que lo hacen, proteste quien proteste y ni crisis ni leches.
Y que cunda el ejemplo.
“Y a los indignados, oiga, me los echa usted de ahí que me perjudican el negocio. Y a callarse, leches, que en este país no existe la censura, pero no quiero que esos perros flauta inunden con sus webs las Bibliotecas Públicas, que nos rompen la educación aleccionadora que les damos. Así que nada de censura, vamos a llamarle “Acceso denegado por política de contenidos”, que es más políticamente correcto, digo yo.
Y dicen que la crisis es financiera. Hay que ver que poco valor, frente al dinero, tiene la moral.
(PD. Pido disculpas a las marcas Blackberry e Iphone por usarlas como metáfora, sin ningún afán de perjudicarlas. A buen entendedor…)
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