lunes, 22 de enero de 2007

La Revolución Verde para África de Bill Gates y Rockefeller

El Foro Social Mundial (FSM) que se está celebrando en Nairobi, Kenia, debe hacernos a todos volver la mirada y reflexionar.

Bajo el lema “Otro mundo es posible” tratan de centrar la atención sobre sus propuestas y también sobre sus críticas frente al orden establecido y al que quieren establecernos para apretarnos un poco más las clavijas.

Y sobre todo, es bueno contrastar, frente a lo que nos imponen desde el Foro Económico Mundial, con sede en la ciudad suiza de Davos, donde expenden recetas de crecimiento económico basadas en el neoliberalismo y en la globalización de los mercados. Son un simple grupo de poderosos discutiendo como cortar y repartirse en porciones el pastel del mundo.

De vez en cuando a algunos les da por la supuesta filantropía y nos venden la burra como si fuera un Ferrari.

Me refiero, al hilo de este FSM, a las duras críticas que la organización Food First ha realizado de la propuesta de las fundaciones Rockefeller y Bill y Melinda Gates para llevar a cabo un plan para África llamado Revolución Verde, en el que van a invertir 150 millones de dólares.

Y digo invertir porque, como ya suele ser moneda habitual con Bill Gates, sus acciones nunca son simples ni tienen solamente la cara de la moneda que nos enseña, sino que siempre hay detrás una cruz que nos obliga a mirar el anverso.

En este caso, su propuesta es más de lo mismo, insistir en un viejo plan que ya la Fundación Rockefeller había patrocinado en 1960 en India y Asia, cuyos resultados son ampliamente cuestionados, con datos ya en la mano. First Food dice del plan que está obsoleto y que no aprende de los errores de iniciativas anteriores.

Y se equivocan, porque las iniciativas anteriores le fueron muy bien a sus mentores, y ese era realmente el objetivo final.

El plan sigue siendo el mismo: vender a los campesinos africanos un paquete tecnológico (que hay que recomprar a cada cosecha) con semillas genéticamente modificadas (arroz, maíz y soja) que llevaron ya en India y Asia a una extensión de los monocultivos y sobre todo, a una dependencia de los insumos y de la tecnología.

El elevado coste de estos insumos llevaron y volverán a llevar a la ruina y al suicidio a numerosos campesinos, sin detenernos ya en otras consecuencias ambientales, ecológicas y de desigualdad en el crecimiento: puesto que son medidas que sólo beneficiaron a los grandes productores, latifundistas, que además crecieron, al adquirir las tierras de los campesinos arruinados.

Bill Gates, inversor constatado de empresas de biotecnología, lo único que hace es una inversión inicial que convertirá a los campesinos africanos en dependientes y, por tanto, en clientes de esas grandes empresas de biotecnología cuyos mercados en los países industrializados están cerrándose, por las dudas que esta clase de cultivos genéticamente modificados presentan y las legislaciones, siempre más laxas en África.

Y Koffi Annan aplaudiéndoles la jugada.






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