lunes, 15 de enero de 2007

La desigualdad del neoliberalismo

Mil doscientos millones de personas en el mundo viven con menos de 1 dólar al día. Teniendo en cuenta que la población mundial es de unos 6.500 millones, significa que una de cada cinco personas viven con menos de ese dólar diario, o dicho en porcentajes: un 20% de la población mundial.

Por el contrario, sólo un seis por ciento de la población mundial acumula el 59% de la riqueza total del planeta. Y ese 6% viven exclusivamente en los USA.

Hay otras dos cifras significativas. Un 70% de la población mundial es analfabeta, y el 50% de los habitantes de este planeta tiene problemas de malnutrición.

Y, por dar un último dato más: Bill Gates, Paul Allen y Warren Buffett, tres de los ricos más ricos del mundo, poseen una fortuna que sumada, sería equivalente al producto interior bruto de los 42 países más pobres de la tierra.

Está bastante claro quien se come el pastel, quien las migas y quien ni siquiera puede oler sus aromas.

Pero seguimos inmersos en esa ola de neoliberalismo que nos ha llevado a estas cifras, envenenados por tanto marketing, suspirando por emigrar a USA o a los países ricos de Europa, para al menos poder ver el pastel en los escaparates.

Los que tenemos la suerte de vivir en Europa, en un país del primer mundo, con una calidad de vida de clase media, pasamos la mitad de nuestras horas suspirando por un coche mejor, por el último invento tecnológico o por poder vestir ropa de marca.

En cambio un 60% de la población nunca ha hecho siquiera una llamada telefónica y un tercio de la población mundial no tiene siquiera acceso a la electricidad.

El sistema, este sistema capitalista impuesto por la fuerza militar y la persuasión mediática, nos lleva cada día a que la desigualdad aumente, a que la riqueza cada vez esté en menos manos y que más porcentaje de población quede excluida hasta del derecho a vivir.

Pero no nos importa. Seguimos a lo nuestro. Desconocemos esas cifras porque no salen en los medios a diario: la pobreza no vende. Y cuando, en alguna ocasión, nos asalta en los telediarios, la vemos como algo completamente ajeno a nosotros mismos, ajenos también a toda responsabilidad.

Pero vamos a tener que tomar partido, a hacer algo, a tratar de cambiar las cosas en la medida de nuestras posibilidades. Y una de las cosas que podemos hacer es invertir nuestro dinero, el dinero que dedicamos al consumo en productos, como los del comercio justo, cuyo beneficio repercuta directamente en los productores y no en los intermediarios y en las transnacionales.

Lo que más les duele es que dejemos de comprarles. Ese es el mayor daño que podemos hacer a los depredadores del mundo: las empresas que controlan la producción mundial de alimentos, las empresas farmacéuticas, y todas aquellas otras que, tras haber explotado a sus trabajadores en un país, deslocalizan para explotar aún más en otro, utilizan mano de obra infantil o imponen sistemas de dumping para vender por debajo del coste (amparados en subvenciones estatales).

Deberemos ser, primero, consumidores responsables, sino queremos ser cómplices sordomudos y meros zombies que responden a ciegas a los engaños de la publicidad y a esas irreales promesas de felicidad que ningún bien material puede ofrecernos.


Fuente de los datos



1 comentario:

Natalia A dijo...

La pobreza no vende. Me quedo con esta frase. Y además el neoliberalismo la utiliza como escudo político (Zigmunt Bauman lo teoriza) como contracara de lo que nos espera si no somos neoliberales, o peor como expiatorio de culpas barato: tenemos que tirarle un hueso cada tanto a esta gente para que "no vengan a parar a nuestro país".
La pobreza no es nada más que un problema alimentario, no se trata de mandar tres millones de pelotas de fútbol a los niños pobres del África, como algunos creen.
La verdadera lucha contra la pobreza incluye a toda la comunidad internacional, porque los derechos humanos nos competen a todos, y nos involucran.
Felicitaciones, porque escribiendo de ello en tu blog das un paso hacia la reflexión sobre el problema, la denuncia es lo primero, luego la acción!!! El comercio equitable es una buena opción!