jueves, 4 de enero de 2007

La gestión del terrorismo

El 11-M, el terrorismo, aunque no sólo el terrorismo, (sino la gestión que de este hecho se hizo, a base de mentiras) llevó en España al cambio de gobierno. Ahora, tras el atentado de Barajas, se empieza a hablar y dicen que hay hasta mensajes de móviles, del tipo “Zapatero llegó por Atocha y se fue por Barajas”.

Mal asunto, me parece, para Zapatero que las cosas estén así. Y aunque no hubo mentiras que reseñar, sí hay silencio del presidente desde el día 30 y, de momento, que se sepa, no visitó aún la zona cero del atentado. Recuerda mucho a aquel Aznar que tampoco quiso manchar sus zapatos con el chapapote de Galicia y no fue por allí, ¿para qué?, si ya acudieron voluntarios de sobra. O a aquel Fraga que estaba de cacería y siguió como si tal cosa. Porque Zapatero, estuvo hasta ayer mismo de vacaciones en Doñana, con su familia.

No sé si este es el mal de Moncloa: ese mal que sucede a las personas cuando pasan de un piso modesto a un palacio con mayordomo, criadas, chófer y aviones privados. O es que, a base de tanto ruido mediático, no distinguen ya las voces que les advierten que se están alejando de las preocupaciones comunes de los ciudadanos.

Porque el terrorismo es una de esas preocupaciones que han vuelto a los primeros lugares del ranking de problemas de este país y, tras lo de Madrid, ha vuelto a ganar muchísimos enteros, más que nos joda.

Pero no es menos cierto que si persisten, nuestros gobernantes, en ciertas actitudes, pueden estar dando alas a los terroristas de cualquier lugar del mundo, que ahora saben que un atentado en lugar y momento señalado pueden hacer tambalear a cualquier gobierno, por democrático que sea. Y si hay suerte y, encima, el rival comete errores y da facilidades, miel sobre hojuelas.

Al pie del cañón, dando la cara y con el timón bien firme es como en este país se quiere ver a sus representantes políticos. Así de sencillo.



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