Hoy se llaman previsiones del BCE, FMI, S&P, a lo que más o menos antes venía a decirnos el Oráculo de Delfos. Es decir, el pronóstico de hoy es más o menos igual de fiable que el original griego o la predicción meteorológica, -dadas las continuas ¿meteduras de pata? O intereses espurios que suelen brindarnos-.
Así que previsiones, predicciones y Oráculo, bastante sinónimos, nos platean un horizonte de nubarrones negros y tormentas, de vacas flacas, de pérdida de bienestar y de calidad de vida. Nos lo vienen anunciando, estos Nostradamus de corbata y lo peor es que vamos viendo que aciertan más de lo que quisiéramos.
Así que estamos deprimidos y oprimidos. Sencillamente, pataleando, como una rana a punto de disección y sin saber a qué santo poner una vela. Viendo como todo se desmorona sin que nadie haga otra cosa más que, como mucho, indignarse, para ser tildado, encima de, desgraciado.
Cómo nos estrechan el paso a los optimistas, que casi ni podemos avanzar de lado, ante tanto impedimento, tanta cuesta arriba, tanta valla que saltar, tanta trampa en el camino.
Habrá que salir a la calle con escobas, para barrer tanta porquería, tanta injusticia, tanta necesidad, tanta corrupción, falta de escrúpulos, envidias y rencores. Sálvese quien pueda o busque otros oráculos y otros caminos para, sencillamente, sobrevivir.
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