Vemos de frente, igualmente, todas las tareas pendientes que hemos ido dejando para mejor día y que por mucho que dijéramos una y otra vez “mañana, sin falta, lo hago”, se han ido quedando como deberes aplazados y como losa sobre uno mismo.
Esa necesidad de parar y poner orden, de ordenarnos a nosotros mismos en relación con nuestros hábitos e incluso en nuestra relación con el mundo, lo encontramos como una necesidad que nos asalta los últimos días de diciembre, invadidos sin saber cómo por ese espíritu navideño de los reencuentros, las reconciliaciones, los buenos deseos para con todos los demás, los regalos que hacemos para demostrar afecto…
Todo eso nos pone en el disparadero, nos condiciona de algún modo pero, los fríos vientos de enero, una vez pasada la resaca de las fiestas, nos devuelve a nuestras rutinas de siempre, esas que no sabemos romper y para la que siempre encontramos una maravillosa excusa con la que autojusficarnos y justificarnos ante los demás.
Seguimos sin encontrar tiempo para ir al gimnasio, ni abandonamos del todo la comida insana, no conseguimos dejar de fumar, porque siempre surge algo o encontramos algo para desdecirnos de nuestros buenas intenciones.
Es por eso que el mundo no cambia. Porque nosotros somos incapaces de cambiar. Porque seguimos pensando que es más difícil cambiar de hábitos alimenticios que de religión, porque sucumbimos al pensar que realmente no queremos dejar de fumar y lo del gimnasio empieza a parecernos aburrido en cuanto deja de ser novedad y sólo queda el esfuerzo del día a día.
Somos demasiado hedonistas. El placer es lo que importa. Lo inmediato. El vivir al día, que la vida son dos días. Y sí, qué espléndidas frases.
Pero ni cambiamos nosotros, ni nuestro pequeño mundo, y por tanto, el mundo tampoco cambia, sigue igual, al ritmo que marcan los que tienen la suficiente fuerza de voluntad para seguir adelante sin poner excusas.
Así que, realmente, aunque lo pienso, no sé si el próximo 1 de enero dejaré de fumar, si me apuntaré de una vez al gimnasio y cambiaré mis hábitos alimenticios. Pero al menos, eso sí, mantendré la intención el máximo tiempo que pueda.
No obstante, pueden ustedes fumar mientras leen este blog, que a mí no me molesta.
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