La pregunta es si hay que aflojar la pasta para demostrar el cariño. Habrá quien diga que sí, que ser desprendido es signo de amor. Habrá quien diga que es sólo consumismo: una simple fecha elegida por los comerciantes para aumentar las ventas.Ahora, el trámite se despacha con unas flores o unos bombones comprados a última hora o con un meneo rápido por el centro comercial en busca de un objeto que nos haga quedar bien o al menos, que no nos deje mal.
Pero, eso sí, hay unas cuantas cosas que debemos tener claras. Primero, hay que olvidarse de los bazares chinos o de las tiendas de todo a un euro. Si además uno es del sexo masculino, no se le ocurra ofrecer “regalos de esclava”: olvídense de las planchas, aspiradoras, utensilios de cocina y demás aperos domésticos.
Dejen ustedes el machismo por un día y cuidadín con las depiladoras, las colonias (no digamos ya los desodorantes), e incluso la lencería fina y cualquier cosa que haga suponer que hay algo en ella que no le gusta o que el regalo es más para usted que para ella, sobre todo si su partenaire es sensible, pues puede interpretarlo por dónde uno no quisiera y ya se jodió la fiesta.
El caso es que en este mundo globalizado, (salvo Japón, donde la fiesta es otra) el marketing global no descansa y vayamos a dónde sea nos asaltan con carteles, anuncios, ofertas y estanterías especiales donde podemos globalizar nuestro regalo hasta el punto de que nuestro amor sea igual que el amor del vecino y nunca menos.
Mi consejo es que hagan ustedes lo que esté en su mano el resto del año para mantener la ilusión de su pareja y para alimentar el amor con un riego constante, sin tener que llegar al catorce de febrero para poner una pica en Flandes y tratar de solucionar con un simple regalo la indiferencia que demostramos el resto del año.
San Valentín
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Consumismo
Flores y bombones
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