viernes, 22 de diciembre de 2006

Coches chinos al asalto del mundo

Tocará pagar la factura de la deslocalización. Porque el péndulo va, pero luego viene. Es la ley física de la acción-reacción. Primero fueron los fabricantes de automóviles europeos y americanos quienes, por aquello de ahorrar costes, empezaron a fabricar en China. Se aseguraban mano de obra barata y un mercado potencial de mil millones de personas. Esa es la acción.

Y ahora la reacción: la invasión china de Europa se anuncia hace ya un tiempo y aunque con retraso, llega. Se habla de marcas concretas y de modelos concretos, que serán los primeros en llegar (Landwind y Zhonghua), pero el verdadero valor y potencia de la industria de la automoción china sólo lo sabremos dentro de unos años. Por citar algún dato apuntemos que hay más de cien fabricantes de vehículos. Y aunque muchos sólo comercializan un único modelo, hay bastantes marcas con catálogos completos.

Su bazas serán los precios (aunque aquí tendrán un sobreprecio, como los japoneses y coreanos) que aún así los dejará lo suficientemente competitivos. Es un hecho que la competencia llega, con todo tipo de reacciones ante ella: se critica, por un lado, la falta de seguridad de algunos de los modelos presentados (Landwind), la copia descarada de los diseños europeos e incluso el parecido de los logos de las empresas con las principales grandes marcas mundiales. La cosa tiene su guasa. Porque algunos modelos son calcados, lo que ha ocasionado incluso demandas (véase el binomio Landwind-Opel Frontera o el HQ-Daewood Matiz)

Pero otras empresas, en cambio apuestan por un diseño propio, de rasgos propiamente chinos, que los diferencian e la competencia y que seguro, tendrán aceptación en nuestros mercados. Está claro que el europeo es un mercado selectivo, en el que el precio es importante, pero donde se miran más cosas. Y los chinos adaptarán sus vehículos a los gustos del europeo de clase media y coparán los sectores de menor poder adquisitivo.

Harán exactamente lo mismo que ahora hacen construyendo coches de las principales marcas que fabrican allí, porque todas ellas están fabricando modelos europeos de marcas como BMW, MG, Fiat-Iveco, General Motors, Sang Young, Citröen.

Y también fabrican coches eléctricos que ya están vendiendo en Estados Unidos. Así que la burra les va a salir capada a los grandes fabricantes europeos y americanos, si no cambian sus políticas, perderán sin duda cuota de mercado.

Queda por ver lo que harán para adaptarse al hidrógeno, pero seguro que no estarán despistados.

Para ilustrar mejor este post, copio aquí los enlaces a las webs chinas de los principales fabricantes. Nada mejor que ver las fotos de la invasión que nos llega:

BYD

Shuanghuan Auto

Geely

Chery

Landwind

Brilliance Auto

First Automotive

Roewe

Great Wall Motors

Yuejin Motors

Halei, las harley chinas


jueves, 21 de diciembre de 2006

Y esto es lo que hay, señor Woodward

Decía Pérez Reverte en la entrevista aniversario de los mil números de la revista XLSemanal que, pese a sus trece años apareciendo domingo tras domingo sin mostrar complacencia y dando estopa a diestro y siniestro, nunca nadie en la redacción le había dicho “córtate un poco”, pese a las presiones que, en determinados momentos, la revista padeció por parte de políticos, empresas anunciantes y, supongo, lectores ofendidos.

Pero está claro que Pérez Reverte es uno de los pilares de la revista y su capacidad para no dejar a nadie indiferente es, precisamente, uno de los principales ganchos y el más efectivo reclamo de venta y de anunciantes. Las revistas semanales saben muy bien del valor de las firmas de sus articulistas y del valor de Reverte en concreto. Así que los marrones y las presiones bien pueden echarse a la espalda.

Lo malo es que eso que dice Reverte, que suena tan bonito, que parece que vivimos en el País de las Maravillas y que la libertad de prensa es un valor que defendemos todos a uñas y dientes, debe ser sólo verdad en su caso concreto.

Que le pregunten a cualquier redactor de delegación de provincias como se las gastan sus jefes cuando el periodista se empecina en hacer los renglones por encima de la cabecera. Y eso de opinar, olvídate, tú a redactar los comunicados y transcribir las ruedas de prensa y alguna entrevistilla. Que la opinión ya la tenemos en manos de colaboradores perfectamente escogidos para que el conjunto de sus opiniones derive en una ideología que vender, digo, que ayude a vender y transmita los valores que hay que transmitir.

En este país en el que llevamos años con la prensa y los medios de comunicación casi en exclusiva en manos de dos señores de tendencias opuestas, enzarzados entre sí en una guerra en la que lo que menos importa es la puñetera verdad, sino en quedar por delante del adversario, y cuando ya todo dios se ha dado cuenta de que el periodismo se ha convertido en mero palanganero del poder, ¿qué nos queda?

No hará más de diez años que en España la profesión de periodista era una de las de más prestigio social. El periodismo de la transición, liberado de las cadenas de la censura franquista, contribuía a hacerse querer.

Hoy un periodista es un mamarracho que vocifera en cualquier tertulia del corazón, rodeado de una pila de advenedizos salidos de programas concursos y de famas de medio pelo, haciendo las veces de sesudos analistas de lo social que te rilas y frikis a punta pala saliendo a la calle con un micro y una cámara para reírse del respetable que se les ponga por delante.

Hoy un periodista es un tipo que interrumpe una entrevista para anunciar él mismo una marca de cereales y luego sigue como si tal cosa. O que hace una pregunta sin respuesta hasta la vuelta de la publicidad, o en el medio de la publicidad, que esto sí que es el último invento antizaping y un atentado contra las vejigas urinarias de los televidentes.

Y luego hay otra clase de periodismo, que dicen de investigación y que, en lugar de averiguar los hechos y sacar después las conclusiones, hace primero la tesis y luego busca los hechos que encajen con ella, descartando, por supuesto, los que no encajan. Y las tesis encajan como un guante con las de un partido político concreto.

Y esas tertulias de la radio española, que hay algunas que, al oírlas, parece mentira que haya tipos o tipas que puedan sostener sin sonrojarse semejantes opiniones. Tengo la sensación que todos leen perfectamente su papel, como en el teatro leído. Porque suena tan a impostura y a falta de convencimiento, con argumentos cogidos con la punta de los dedos y con papel de fumar que…

Así que, señor Reverte, me alegro de que a usted le dejen la cuerda larga y le paguen lo acordado y siga siendo una voz independiente. Aunque es un hecho que hoy las voces independientes sólo están en determinados blogs, porque lo que es en los medios de comunicación, las cosas están yendo muy por otro lado y muchos se han dado cuenta ya.

Y esto es lo que hay, señor Woodward.



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miércoles, 20 de diciembre de 2006

Y Guillermo Puertas inventó las Ventanas

Durante años fue el tipo que ocupaba (y ocupa) el top one de la revista Forbes, el más rico entre lo ricos, con una fortuna calculada en 61.000 millones de dólares. El tiburón de los negocios que se libró de la competencia con prácticas al límite o más allá del límite de lo legal, hasta extinguir cualquier forma de negocio que compitiese en su territorio, un territorio, el suyo, cada vez más amplio.

Dejó cadáveres empresariales por el camino y viajó continuamente a los juzgados, saliendo casi siempre indemne. Asentó un monopolio mundial de facto de su sistema operativo y sus programas satélites, que nunca fue el mejor por su calidad, ni por el precio, pero que derrochó recursos, marketing suficiente y acuerdos cerrados y exclusivos para que sus productos dejasen fuera de juego siempre al contrario.

Sabíamos que ni siquiera era un tipo genial. Me refiero en el sentido informático. (Bueno, depende como se mire, vamos a dejarlo ahí) Es decir, que no inventó nada, la cosa empezó comprando un sistema operativo a Tim Paterson por 50.000 dólares, que rebautizaría como MS-DOS y que Bill ya había vendido previamente a IBM, a tanto por licencia y ordenador con él instalado. Y ganó su dinero.

Apple era por aquel entonces la competencia y les aventajaba (tenían ya un entorno gráfico desarrollado por Xerox, frente a las letras blancas sobre fondo negro del DOS). Gates llegó a un acuerdo para suministrar a Apple diversos programas y mejoras y, a su vez, se hizo con el entorno gráfico y el ratón, elementos que le faltaban para hacer que el MS-DOS tuviese esas ventanitas que le harían famoso.

Nació Windows 3.11 y arrasó en todo el mundo. Todos los ordenadores de marca lo traían instalado de serie. Bill se hizo multimillonario. Más tarde compró Mosaic, lo renombró como Internet Explorer, lo integró en el Windows 95 y eliminó de un golpe a la empresa Netscape, líder mundial entonces de los navegadores de Internet. Tuvo denuncias, igual que más tarde las tendría con Windows Media Player o el Windows Messenger.

Se conoce que el negocio del software no era suficiente para él y, pese a ser ya el hombre más rico el mundo, entró también en el terreno del hardware. Teclados, ratones, la cosa no iba bien y claro, la XBOX, esa podría ser una buena idea, si no fuese porque Sony se le sigue resistiendo con su PlayStation, pero que, en esa lucha, también ha dejado fuera a otros y sigue en la batalla.

En fin, lo que nos fue llegando a lo largo de los años de Bill Gates fue ese perfil neoliberal o neocon, de ejecutivo agresivo, que se decía entonces. Y de su empresa, Microsoft, sus cuestionados frutos: ese sistema operativo que busca abarcarlo todo para que no quepa nadie más, que no permite ver ni modificar su código fuente, que es propietario, que se escuda en sus patentes y que políticamente no es del todo correcto. Y pese a que tiene millones de usuarios, tiene también un amplio número de detractores entre ellos, no sólo los que viven en el mundo del software libre.

¿Cómo un tipo con esa imagen y esas obras pasó a ser el primer filántropo del mundo? Este es el gran misterio. No me atrevo a decir que el gran cambio, porque no creo que sea real, pero desde luego sí que es apreciable el cambio de imagen pública, que le ha llevado a obtener, a través de su fundación, el premio Príncipe de Asturias.

Porque, acaso no sea oro todo lo que reluzca. Su labor filantrópica la desaarrolla a través de fundación, Bill y Melinda Gates, dirigida por su padres y en la que su propia esposa es uno de los pesos pesados. Desde su nacimiento en el 2000 ha pasado a convertirse en la organización privada que más dinero aporta a proyectos de ayuda y maneja un presupuesto más alto que el de la ONU.

Pero veamos algunas de sus obras:

En 2004 entrega 200 millones de dólares para la prevención del Sida en la India, donación que coincidió, qué casualidad, con la intención el gobierno indio de implantar y potenciar el software libre, para lo que ya había empezado a realizar estudios.

Sus regalos de licencias de Windows a países del tercer mundo, que sólo le suponen simplemenmte el coste de copia de los cedés, que jamás podría vender allí, lo que le reporta el hacerse con más tajada del pastel y mejorar al tiempo su imagen.

Y su ayuda de 500 millones de dólares para la lucha global contra el Sida, la tuberculosis y la malaria (apoyando el proyecto del español Pedro Alonso en Mozambique para lograr una vacuna para esta última enfermedad). Parece intachable, así, de entrada. Pero estos fondos de ayuda servirán a los intereses en última instancia a la empresa Glaxo Smith Kline, propietaria de la patente de la vacuna y que había abandonado su desarrollo por considerarlo poco rentable, al ser una enfermedad que afecta a los países pobres.

Glaxo pertenece a Big Pharma, una de esas empresas que aparecen en todas las listas negras por sus prácticas y que John Le Carré ponía en la picota en su libro “El jardinero fiel”. Pues será esta empresa quien, beneficiándose de los fondos privados de Gates y de la investigación de Alonso, vuelva a ver la rentabilidad en el negocio, puesto que ya nada tienen que gastar, sólo vender la vacuna (dicen que barata), pero que será un negocio redondo, con nula inversión por su parte.

Si es que la filantropía tiene muchas caras y las caras de algunos, por mucho que se laven, siguen llevando, debajo de la máscara y la sonrisa, la misma ideología. O en palabras de Miguel Romero (La hora del pueblo) "las fundaciones se alimentan de fondos provenientes de prácticas empresariales que contribuyen a crear los problemas sociales que la filantropía pretende aliviar".

Una contradicción que, depende como se vea, no es tal, sino otra cara más del mismo negocio.


martes, 19 de diciembre de 2006

Cuba post Fidel

Los que tenemos la suerte de conocer Cuba y sus gentes, hemos desarrollado un cariño, un apego y una preocupación por las cosas de aquella isla que nos lleva a interesarnos por todo lo que pasa, no sólo por las noticias, sino más allá de lo que esporádicamente nos acercan los telediarios y la prensa. Y sé de algunos que llevamos tiempo cavilando sobre qué será de los cubanos una vez que Fidel diga adiós para siempre.

Hay una preocupación que me desasosiega y es qué va a pasar con los derechos de los que han soportado durante cuarenta años o durante toda su vida el régimen castrista, frente a los derechos de los que han abandonado la isla. Los de dentro sin un dólar, viviendo el día a día y los de Miami, con sus cuentas bancarias repletas, esperando volver y comprar todo lo que se ponga a la venta.

Es obvio que el capital vendrá de fuera, porque dentro no lo hay. Y los que vengan con el dinero serán los nuevos dueños de la isla. Porque está claro que cambiará de dueños.

Y regresará la propiedad privada y el capitalismo. Y confiemos que la democracia.

¿Y el día que empiecen las reclamaciones por los bienes nacionalizados y se demande la reversión de las antiguas propiedades y viviendas ocupadas ahora, desde hace 40 años, por otras familias? Casas en las que han nacido hijos y ha habido cuarenta años de vida. ¿Cómo indemnizar a algunos sin menoscabar los derechos de otros? No van a llegar los abogados para tanto pleito.

Y no irán sólo particulares. Aterrizarán también empresas, muchas americanas, que sí, invertirán en la isla y ello debería mejorar las condiciones de vida, pero se harán con gran parte de la propiedad, cosa inevitable.

Veremos entonces niños y ancianos durmiendo por las calles de la Habana, desposeídos, homeless, gentes que no sólo aguantaron a Fidel, que soñaron toda su vida en silencio con que cambiasen los tiempos, para ver que los nuevos le han dejado a la intemperie. Veremos la delincuencia instalarse, veremos nuevos barrios de favelas…

En fin, un sencillo reflejo de Miami o New York, que es lo que quieren muchos, tal vez sin mirar más allá de su propio egoísmo.

Vaya papeleta para los que vengan tras Fidel.


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lunes, 18 de diciembre de 2006

Plagios literarios

Somos tan diferentes como individuos que es imposible, por ejemplo, que escribamos dos novelas iguales, puestos a ello.

Cada quien procede de su madre y de su padre y, una vez que uno asoma la cabeza, no sólo su particular punto de vista y sus características innatas cuentan, sino que todo lo que le va a pasar: su educación, sus vivencias, sus relaciones sociales, sus influencias literarias, las películas, la música, las referencias, en fin, asimiladas de la cultura ancestral, van a conformar todo ese magma del que luego, iluminadas por la imaginación, o no, van a salir las novelas o las biografías.

Como no hay dos biografías iguales, ni siquiera las de hermanos gemelos, es difícil que haya dos novelas iguales y, en cambio, la de denuncias por plagio que hay. Casos recientes tenemos todos en la cabeza, desde Harry Potter, al Codigo da Vinci, pasando por Cela o Ana Rosa Quintana, (que mira tú en que circunstancia van a coincidir pese a la disparidad de ambos personajes).

Pero claro, a la hora de elegir tema para nuestra novela, cuidado con centrarnos en una tipología, por ejemplo, novela negra. ¿Somos conscientes de que el argumento que desarrollemos, de no ser lo suficientemente imaginativo, puede ser que ya se le haya ocurrido a otro antes? Vamos, lo que se dice, que descubrimos la pólvora.

O que se quiera elegir una hipótesis literaria en un tema polémico que resulte que ya haya sido formulada por otro y publicada en el Boletín de turno o en la Internet misma.

El tema se está poniendo crudo porque, dada la cantidad de miles de libros que se publican cada año, amén de todas las demás influencias que puedan ser plagiables en una novela, los escritores van a tener que contar con asesores, consultar bases de datos o, como ya se está haciendo en libros de ficción, citar la bibliografía consultada, las fuentes manejadas y casi, diseccionar lo que es de nuestra propia cosecha.

Si es que al final acabaremos cada uno hablando sólo de nosotros mismos, mirándonos el ombligo para buscar en él la diferencia con el ombligo ajeno y convertir su pelusa en experiencia literaria, siempre y cuando no lo hay hecho otro antes. Porque la imaginación está escasa y si no hay más denuncias por plagio es porque no se lee lo suficiente como para encontrar la coincidencia.

Imaginen un programa informático dedicado a buscar coincidencias en libros (ya en formato electrónico), tanto argumentales como de frases, párrafos o ideas. Seguro que es posible, aunque no exista. Pero es un nicho de mercado que el día que alguien lo explote, dispensará suculentas ganancias en pleitos nuevos a los demandantes con información suficiente.

Y ojo, si alguien quiere aprovechar esta idea, recuerde que ha sido publicada en este blog antes. No olvide citarla, que los tiempos está muy revueltos.


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Patentes de software: el conocimiento bajo llave

La ciencia basa su avance en el conocimiento acumulativo. Avanzamos gracias a hombres como Galileo, Newton, Einstein. Sus teorías y sus trabajos son de dominio público y hasta sus obras pueden descargarse gratuita y legalmente desde Internet.

Cualquier científico se preocupa de que su trabajo se difunda y sus descubrimientos puedan ser aprovechados para que otros prosigan el avance. Cada vez más la ciencia es un trabajo de equipo o incluso de muchos equipos ubicados en lugares diversos, pero interconectados, compartiendo información.

Y es por eso que las ciencias adelantan que es una barbaridad.

Pero hay otro conocimiento, fundamental, que se nos hurta en nuestras narices y al que no tenemos acceso, ni lo tendremos nunca: el conocimiento patentado.

En Europa, el Parlamento estableció en 2005 que los programas de software no pueden ser patentables, ni los avances que en estos se hagan, pero esta decisión está siendo nuevamente revisada y las presiones llegan desde todos lados. Pese a eso, los usuarios de informática europeos disponemos de 15.000 patentes de software, de los que las tres cuartas partes son propiedad de grandes empresas informáticas, y todas empresas de fuera de Europa.

Las patentes de software significan la negación de acceso a ese conocimiento común y, lo que es más peligroso, a que el conocimiento, de seguir así las cosas, pase a ser una patente en manos de cuatro empresas, que son las que decidirán, sencillamente, qué es lo que nos venden y a qué precio. Y sobe todo qué es lo que debemos saber y lo que debe permanecer oculto: la manipulación está servida.

Son las dos visiones de ver el mundo, la del software libre y la del software propietario. En el primero podemos acceder al código fuente y modificarlo y aplicarlo en nuevos proyectos o mejorar, con nuestra aportación, el existente. Así funciona Linux, un sistema de código abierto pero que, cada vez más, está pasando a manos de empresas que ven en el sistema operativo del pingüino una nueva fuente de ingresos, vendiendo software propietario.

El mundo es así, en su esplendor hipercapitalista, nada se libra de ser producto de beneficio inmediato y todo eso del bien común y el avance y el desarrollo individual, son zarandajas o reclamos de todo gratis para que vayamos al anzuelo y, al final, nos acaben vendiendo o queriendo vender. ¿Cuántos lugares de Internet que antes ofrecían algo gratis quieren ahora cobrarnos por ello?

Todo se mercantiliza y en este sueño donde quienes vencerán y gobernarán el mundo serán los mercaderes, nos traerá una vida insustancial, encerrados en la burbuja de marketing, desahogando nuestras penas en compras compulsivas y siendo todo lo felices que nos permite nuestra Visa.



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